Hace unos días, Claudia Claro de la publicación Woman Essentia nos realizó una entrevista que nos gustaría compartir con todas vosotras. También podéis leer la entrevista completa en la página web de Woman Essentia.
Dos Malinches y la belleza de construir una marca sobre unos valores sólidos
Quedé con Ana para hablar de Dos Malinches, nombre que ha dado, junto con su hermana Alicia, a la empresa que comercializa moda artesanal mexicana de la que son propietarias. El encuentro tuvo lugar en la recepción del Hotel Marbella Club, hotel enclavado en Marbella que actualmente cuenta con un trocito de la colección de “Dos Malinches” en la zona del Beach. Esa mañana de primavera en el sur, recorrimos los patios del hotel en busca de un sitio en el que sentarnos, hasta que finalmente nos decantamos por uno de sus salones. Nos acomodamos en un sofá igual de blanco y azul que el mar mediterraneo y no nos levantamos hasta una hora y media después.
“Todo comenzó cuando nos casamos mi hermana y yo con dos mexicanos y empezamos a viajar a México”. Así nace la aventura de las hermanas Canales, a partir de ese momento descubren la pasión que sienten hacia México, y sobre todo, hacia la cultura textil del país. “La cultura textil en México es impresionante” dice Ana, “hay comunidades donde se hacen bordados que son patrimonio nacional y que culturalmente hablando tienen mucha importancia”. Encontraron lugares y comunidades, desconocidos para los turistas, en los que dieron con personas que trabajan los bordados de una manera impresionante. A partir de ahí, decidieron crear algo que transmitiera y enseñara todo eso, tanto en España como en Europa. “Yo todo lo que veía y descubría no era lo que yo relacionaba con “ropa mexicana”, sino que eran prendas muchísimo mas especiales que aquí en España no se conocían”.
Comenzaron poco a poco, prácticamente de manera casera, a día de hoy cuentan con un showroom en Marbella, un espacio en Palma de Mallorca, otro en Sotogrande y, por último, en el Corte Inglés, además se encuentran, como mencionaba antes, en el Beach del Hotel Marbella Club.
Esto es sin duda gracias al esfuerzo y dedicación de las hermanas Canales. “Trabajamos veinticuatro horas al día, siete días a la semana. Cuando yo duermo trabaja mi hermana Alicia y cuando mi hermana duerme trabajo yo, ya que entre España y México existen siete horas de diferencia”. Pero eso no es todo “trabajamos con muchas comunidades, el año pasado lo hicimos con 90 artesanas de comunidades diferentes”, y es que a pesar de la pandemia, durante la cual Ana y Alicia creían que no serían capaces de cumplir con los objetivos de producción, la sorpresa ha sido mayúscula, “han cumplido como valientes” cuenta Ana, refiriéndose a las artesanas que bordan las prendas para Dos Malinches, “¡pase lo que pase ellas tiran para adelante, contra viento y marea, nunca se han quejado de nada!” y eso que las condiciones en esas comunidades han sido, por las pocas posibilidades con las que cuentan, devastadoras durante el pasado año, hablamos de personas muy humildes. “Ha sido muy difícil decirles que era necesario que se quedaran en casa, nos preguntaban a su vez, “¿si lo hacemos, de dónde comemos?” México vive en la calle, para ellos quedarse en casa no es una opción”.
Entre estas mujeres y sus labores no se interpone ni un terremoto, ni una lluvia torrencial, viven en la selva, y así ha sido siempre su vida. “Sólo bajan a la ciudad más cercana para vender sus prendas”. La mayoría de los turistas no van a las comunidades, muchas de ellas son peligrosas, “con muchas comunidades el mecanismo de trabajo es el siguiente: contactamos con las artesanas, ellas bajan a la ciudad donde nosotras nos instalamos y una vez ahí, tratamos el asunto que sea necesario”. Es común ver comunidades con fronteras construidas por los hombres, así todo el que quiera entrar tendrá que pagar.
“Me encanta que tengamos éxito, estoy feliz, pero a mí lo que realmente me llena es la historia y la relación que tenemos con las artesanas”.
El año del Covid19, ha sido un año difícil y devastador, pero Dos Malinches ha hecho todo lo posible por ayudar a sus artesanas, haciendo que no les falte el trabajo, y cuidando en la medida de lo posible de su salud. “Ya tenemos aquí las prendas que se hicieron el año pasado. Ahora están trabajando para las del año que viene y cada vez contamos con más artesanas”, “una de nuestras bordadoras estaba viendo a una curandera porque le dolían las manos, cuando nos enteramos le dije a mi hermana: “necesita un médico y le pagamos la medicación””: “¡que son sus manos, que sin ellas no puede trabajar!”. «Otro de nuestros artesanos sin recursos se contagió del covid, sin pensarlo dos veces le mandamos el dinero para que se comprara una bombona de oxígeno, pues era el tratamiento que necesitaba” dice Ana, y continúa con una frase que me pareció definía perfectamente tanto la filosofía como los valores de la marca: “Si no somos capaces de hacer eso, a mi dos malinches no me vale de nada”. “Me encanta que tengamos éxito, estoy feliz, pero a mí lo que realmente me llena es la historia y la relación que tenemos con todas estas personas”. “Esto es una relación de amor, no económica, en Dos Malinches defendemos a personas con nombre”. La relación de esta marca con sus artesanos es tan estrecha que tanto Ana como Alicia conocen a sus familias, han visto nacer a sus hijos, los han cogido en brazos… “con todos mis respetos, para mí eso es lo que más valor tiene”. Ana lleva todo un año sin poder viajar a México debido a la pandemia, sin ver ni a su hermana ni a las artesanas “tengo unas ganas de verlas que me muero”.
Proyectos como estos, se supone, que deberían estar contribuyendo a sostener técnicas indígenas ancestrales y a las personas que colaboran con ellas pero, Ana me devuelve los pies a la tierra “me encantaría decirte que estamos ayudando a comunidades enteras pero, ni somos tan grandes ni podemos serlo por la filosofía de nuestra actividad”. “Lo que sí te puedo garantizar es que estamos ayudando a muchas familias” y es que, lo cierto es, que cuando hablamos de artesanía, a veces las cosas no funcionan como realmente nos gustaría. Cuatro semanas, más o menos, es el tiempo que tarda un artesano en crear una prenda. “Depende del bordado, de la artesana y de la técnica que utilice. Al fin y al cabo son manos, nosotros no contamos con fábricas”. Pedidos insuficientes o irregulares, suelen ser, los mayores problemas de los artesanos, esto hace que el oficio de bordar no sea, en todos los casos, el sustento principal del núcleo familiar. “En el caso de las artesanas con las que nosotras trabajamos sí lo es” dice Ana. “Ellas cada vez que terminan un trabajo y entregan las prendas nos preguntan. ¿Cuándo vamos a seguir?, les da miedo quedarse sin trabajo”.
“Las bordadoras hacen un esfuerzo físico enorme, bordan en cualquier circunstancia, embarazadas, con sus bebés en la espalda, con ellos en el regazo o en sus rebozos”
En cuanto a las técnicas, había oído y leído mucho sobre las que utilizan las comunidades indígenas mexicanas pero, ¿cuál es la técnica que más tiempo requiere para terminar una prenda? o ¿cuál es la que más dificultad tiene? Ana me adentra en el fantástico mundo del telar de cintura y el de pedal. Sobre el primero me explica, gesticulando e incluso arrodillándose en el suelo, que es una técnica apasionante, generalmente realizada por mujeres y casi siempre de la misma familia, “eso lo hace más bonito todavía”. Siempre se hace en el exterior de la casa porque el palo o mástil principal es muy alto y no suele caber dentro, “el telar de cintura se ata, un extremo a un palo, mientras que el otro extremo se sostiene en la cintura y, el tejido que crea, es el paso de hilos alternados que se van tramando sobre los hilos de la urdimbre, regresando en un ir y venir constante”. Las mujeres se suelen sentar todas de rodillas, formando un círculo, se atan su telar a la cintura y ahí pasan las horas. “Es un esfuerzo físico enorme, lo hacen en cualquier circunstancia, embarazadas, con sus bebés en la espalda, con ellos en el regazo o en sus rebozos (chal que utilizan para llevar a los bebés)”. El telar de pedal, por su parte, tiene como base una estructura de madera donde, con el movimiento de las manos y los pies, se van hilando cada uno de los tejidos de algodón y lana principalmente. Para el uso del telar se precisa hilo previamente urdido que se sujeta al travesaño. Una vez sujetas las hebras cada hilo tiene que pasar por las agujas. Mediante la disposición de las hebras en cada aguja se determina el diseño en la tela que se ejecutará, “el proceso imita la forma de tocar un piano”, explica Ana.
Estas son técnicas que pasan de generación en generación “la niña que nace será bordadora o aprenderá a bordar sí o si”, Ana añade con pena, “desgraciadamente se está perdiendo el oficio porque no todo el mundo hace lo que Dos Malinches está haciendo”. El claro ejemplo de que son técnicas que no cambian y que se heredan de madres a hijas está en la elaboración del Huipil. “El proceso de elaboración del Huipil no ha cambiado en siglos, y tampoco podríamos nosotras cambiarlo, no se nos ocurriría”, comenta. “Nosotras creamos prendas inspiradas pero diferentes, como nuestros vestidos “Juliana” o “Petra”. Diseñamos las prendas y ellas le incorporan un bordado, pero a mí un Huipil no se me ocurriría modificarlo”. Al fin y al cabo, el Huipil, nombre tradicional que recibe la prenda, se sigue tejiendo de la misma forma que siempre se ha hecho. En cuanto al diseño de las prendas, cada una pone su granito de arena, tanto Ana y Alicia como las artesanas de las comunidades, “creemos que la opinión de ellas tiene mucho valor”. Dos Malinches cuenta con la aprobación constante y en todo momento de las artesanas mexicanas. “Una vez que se diseña la prenda, ellas hacen enteramente el diseño del bordado e incluso escogen los colores pues con él saben hace magia”. Y es que hasta cuando les presentan diseños o combinaciones que a las mujeres de las comunidades no les gusta, la prenda o se modifica, o directamente no se hace.
Algo curioso que sucede con los bordados es que prácticamente puedes adivinar de qué comunidad procede la prenda simplemente por el diseño del bordado. “Cada comunidad indígena borda lo que tiene en su comunidad”, encontramos prendas con bordados de motivos de la hoja del maíz, orquídeas, porque tienen orquídeas, calas, porque cultivan calas y también bordados con simbología maya o azteca. “Cada región, cada comunidad tiene su propia simbología, además, para ellas, cada uno de sus bordados tiene mucho significado”.
El origen del textil es la tierra y le pregunto a Ana. ¿De qué manera tratáis el textil y los materiales en vuestra marca? su respuesta me sorprende. “Hoy en día nosotras le damos las telas y los hilos, tanto los que necesitan para hacer telar, como los que necesitan para hacer los vestidos”. Dos Malinches utiliza en el 90% de sus prendas un tejido llamado “tela de manta” (tela tradicional 100% algodón) y ésta, como cualquier otra tela, puede ser de muchas calidades, por ello, Ana y Alicia prefieren proporcionar a las artesanas esas telas e hilos que sean de buena calidad. “Ellas no tienen recursos, no podrían comprar ni los hilos ni las telas”. Estaba dispuesta a escuchar que los hilos se hacen con tintes naturales y que los textiles, telas y tejidos se producen de manera artesanal en las propias comunidades pero resulta que las prendas realizadas con este tipo de hilo son, además de espectaculares, muy delicadas, su mantenimiento es más costoso y sacrificado que el de la prenda que no está hecha con tintes naturales. “El proceso de teñir con tintes naturales es además infinitamente más largo”, cuenta Ana. “Estas prendas las hacemos sobretodo por encargo, de manera más específica y explicando bien a la clienta lo que conlleva tener una prenda fabricada con tintes naturales”, “las hacemos y nos encantan, pero, para facilitar la producción preferimos proporcionar a las artesanas los materiales”.
“Nos hemos involucrado mucho con las artesanas. Son magníficas mujeres que se hacen respetar, su trabajo es muy profesional y lo hacen con mucha dignidad”
A raíz del éxito de la marca en el último año, como en todo en la vida, a Dos Malinches le han salido imitadores. “Pero hacen huipiles a máquina y con hilos de poliéster”. “Tengo bastante claro que la clientela de Dos Malinches sabe lo que está comprando, además ahora la gente valora mucho más la artesanía» y es que es muy cierto que la moda lenta, manera de pensar, hacer y consumir de manera consciente e intencionada, fomentando el cuidado de los proceso de producción, buscando asegurar la calidad de cada producto creado para que sean perdurables y sostenibles a lo largo del tiempo, proporciona precisamente eso: calidad, exclusividad, atemporalidad y sostenibilidad. “Hay que darle el valor que tiene, eso es lo que nosotras queremos”, “esto es una guerra que sabemos que no vamos a ganar porque nosotras somos muy pequeñas y la industria del fast fashion es muy grande, pero seguiremos nuestro camino, haciendo las cosas como creemos que han de hacerse”.
A raíz de todo esto le planteé una pregunta que hacía poco había leído y que hacía referencia a ese fast fashion al que le tienen la guerra declarada “¿Podríamos sentirnos orgullosos del lujo de nuestro trabajo si la cadena de producción estuviera sometida a explotación?” “Para nada” responde Ana, “en Dos Malinches es precisamente de lo que huimos. Bajo ningún concepto podemos explotar a alguien ni crear nada que no sea totalmente artesanal. Respetamos a las familias, a las artesanas, los tiempos de trabajo, respetamos absolutamente todo el proceso que ellas necesitan”, y es que ese es realmente otro de los éxitos de la marca. Ana y Alicia han creado vínculos familiares con las artesanas, conocen a sus maridos, a sus hijos, saben si están o no escolarizados y el por qué, ayudan con medicinas si hay familiares enfermos… “nos hemos involucrado mucho con ellas, son magníficas mujeres que se hacen respetar, su trabajo es muy profesional, lo hacen con mucha dignidad”. “Si nosotras no hubiésemos tenido una relación tan buena con ellas, Dos Malinches no existiría”. He de decir qué se siente, cuando habla, una relación muy estrecha, a la que le han puesto mucho corazón y pasión. “Yo creo que ese es el éxito de cada prenda, y del trabajo, las artesanas han hecho el 90% de lo que somos hoy”.
Cuándo Ana y Alicia tratan de explicarle a las artesanas que sus prendas están llegando a muchos sitios, ellas responden con un simple “vale”.
Detrás de este mensaje tan maravilloso se encuentra la realidad de las artesanas, ellas no comprenden la dimensión de hasta donde están llegando sus prendas. Recientemente daba vida Dos Malinches a un escaparate de 14 metros situado en uno de los centros de El Corte Inglés más famosos de España, el de la Calle Serrano de Madrid y con cierta melancolía me contaba Ana. “Recuerdo la noche que lo montamos, empezamos a las 22:15 y terminamos a las 6:30 de la mañana, salí fuera, me senté frente al escaparate con la ciudad vacía detrás de mí, aun había estado de alarma, por lo tanto toque de queda, y pensé: “lo que yo daría porque ellas supieran que sus prendas están en uno de los escaparate más importante de Madrid” y continua “pero no lo puedo transmitir y aunque lo hiciera no les importaría, no es su prioridad, no tienen esa mentalidad, ellas no lo necesitan”. Cuando Ana y Alicia tratan de explicarles que sus prendas están llegando a muchos sitios, ellas responden con un simple “vale”. “Son mujeres que no tienen móviles, no tienen televisión, no hablan el castellano, no van al supermercado, son indígenas”. Dos Malinches trabaja con una artesana que es premio nacional y cuenta Ana, “no solo no tiene móvil sino que en localizarla y hablar con ella podemos tardar un mes», «pero no os podéis imaginar las joyas que hace, es impresionante el trabajo que realiza”.
Las dos hermanas llevan muchos años recorriendo México de arriba a abajo, guardando experiencias y recuerdos, unos buenos otros no tanto, pero que todos ellos en cierta medida llenan de sentido el trabajo que realizan “Una vez fuimos invitadas a casa de una artesana y nos recibió toda la familia, fue una de las cosas más emocionantes que yo he vivido en mi vida”. Son mujeres con mucha dignidad, eso es lo que hace que se les tenga tanto respeto y se valore su trabajo. “Son dignas en su forma de hablar, son elegantes, educadas sin tener educación, la suya, es una educación innata”. Por otro lado, Ana y Alicia también se han visto envueltas en situaciones complicadas, al fin y al cabo, México es un país con muchos problemas. “Una experiencia de este tipo la tuvimos en un pueblo de Chiapas del que tuvimos que irnos porque nos dimos cuenta de que no éramos bienvenidas”. “Adoro México, sobretodo el que hemos descubierto gracias a Dos Malinches, es apasionante, pero eso no quita que sea difícil. Es difícil pero merece la pena”.
“Dos Malinches ni es, ni pretende ser un negocio de moda más”.
El momento en que Dos Malinches se ha dado ha conocer, tras años de duro trabajo, ha sido precisamente, el año en que ha estallado la pandemia, haciendo de este el año en el que más prendas han vendido. “Mi hermana Alicia hizo un envío de prendas el día anterior de entrar en confinamiento, y éste estuvo dos meses desaparecido”. Debido a la situación tan extrema retuvieron la mercancía en la frontera de México, las sobornaron, intentaron, sin éxito, aprovecharse de las circunstancias, una vez en España se encontraron con que no volaban aviones de Madrid a Málaga, en definitiva, todo un reto. “Recuerdo que le dije a mi hermana, “Ali si este año no vendemos, no pasa nada, si perdemos toda la producción, no pasa nada. No sabemos qué está pasando en el mundo, vamos a centrarnos en nuestra salud, en nuestras familias y nos olvidamos»». La producción finalmente llegó “La vez que publiqué la primera foto en instagram de las prendas se me calló la aplicación de la cantidad de mensajes que obtuve”. En agosto ya no tenían prendas. “Ya hemos crecido bastante y tenemos a las artesanas trabajando de continuo, han terminado con la producción que ha venido en marzo pero en este momento ya se han puesto a trabajar para la siguiente”. En la mayoría de los casos suelen encontrarse con todas las prendas agotadas. “Como no tenemos mucha cantidad de cada modelo, se agotan muy rápido”, dice Ana, “Dos Malinches ni es, ni pretende ser un negocio de moda más”.
Jugando en su contra se encuentra lo celosos que son los indígenas con su cultura, si uno piensa que puede aprovecharse de lo que es de ellos, seguramente no lo conseguirá. “Mi hermana tiene una obsesión con este tema, tenemos claro que por encima de todo debemos que respetar a los indígenas y su cultura, siempre me dice “Ana aquí no se cambia nada” y eso es lo que mantenemos”.
“No queremos ser más grandes, nuestra idea es seguir vendiendo un producto exclusivo y atemporal. Un huipil, por ejemplo, es para toda la vida”.
Dos Malinches se ha ido abriendo paso durante mucho tiempo y en 2020 le llegó su recompensa, ahora que han conseguido posicionarse en el mercado no piensan irse “a modo de estrategia de posicionamiento creo que el éxito de Dos Malinches está en que hemos sabido escoger muy bien los sitios en los que ofrecemos nuestro producto». Su estilo, diseño y valores hacen que tanto la marca como su ropa sea algo atemporal. “Ahora nos quieren en muchas tiendas, nos llaman de todas partes pero no podemos aceptar porque no podemos producir más”, “tampoco queremos ser más grandes, nuestra idea es seguir vendiendo un producto exclusivo y atemporal. Un huipil, por ejemplo, es para toda la vida”. Como proyecto último, tienen en marcha una colaboración con el propio Hotel Marbella Club en el diseño de varias prendas para el personal del hotel. “Son pocas prendas, pinceladas en sitios bonitos”.
«Artesanía Mexicana realizada por mujeres indígenas. Amor por las tradiciones, respeto por los artesanos«, así es como se describen en su biografía de Instagram y así es como la hemos visto hoy aquí, en Woman Essentia. Fue un placer compartir esa hora y media con Ana, lo único que falto fue su hermana Alicia.